En muchas de las doctrinas emancipatorias de la clase trabajadora, el fin último no era otro que la desaparición del trabajo obligatorio.Además de Fourier y Morris, e incluso en Marx (cuando escribe que “en vez del lema conservador de: “!Un salario justo por una jornada de trabajo justa!”, se deberá inscribir en la bandera revolucionaria esta otra consigna: “¡Abolición del sistema de trabajo asalariado!”), tenemos los escritos de Kropotkin, de Lafargue (derecho a la pereza), de los sindicalistas revolucionarios Pataud y Pouget, de los anarco-comunistas (Emma Goldman, Berkman, He Zhen) a los individualistas de ayer (Voltairine de Cleyre) y de hoy (Black).
Sin embargo, una visión progresista del devenir histórico y la aceptación, cuando no glorificación, del trabajo han fomentado el estudio de ciertos aspectos de la existencia de la clase trabajadora y desalentado la exploración de otros, como las luchas cotidianas de los trabajadores en contra del trabajo que demuestran que la visión productivista y progresista no puede abarcar adecuadamente aspectos esenciales del comportamiento de la clase trabajadora: indisciplina, desobediencia, hurto, sabotaje, pereza, asistencialismo estratégico, deserción del mercado laboral…
Paralelamente, en el ámbito de las vanguardias artísticas, la abolición del trabajo es un tema recurrente que podemos encontrar en las clases de Malevich en la Escuela de Arte de Vitebsk (“La pereza es la madre de todos los vicios, así es como toda la humanidad, sin distinciones nacionales, ha estigmatizado esta actividad particular del hombre. Siempre he pensado que debería ser exactamente lo contrario: hay que maldecir el trabajo”), en los textos de André Thirion publicados en La Revolución Surrealista (¡Abajo el trabajo!, que los hombres dejen de vender sus días […] y recuperen el tiempo para amar, soñar y destruir”), en las acciones del Grupo Surrealista de Chicago o en los manifiestos de la Internacional Situacionista (“No trabajéis jamás”), quienes desde su postura anti-arte lo que pretendían era la generalización de la creatividad y que no estuviera solo en manos de unos profesionales especializados, pues según escribió Vaneigem, uno de sus miembros, la obra de arte del futuro ha de ser la construcción de una vida apasionada.
Esta propuesta, siguiendo este hilo rojo en el que se urden la utopía política con la artística, parte de una colaboración con Raoul Vaneigem, quién pone sus palabras a disposición de todo aquel que luche por la abolición del trabajo, pues en gran medida, los abolicionistas sólo podemos contar con nosotros mismos en tal tarea.
Estos carteles para un 1º de Mayo contra el trabajo, reflejan esa otra historia de la clase trabajadora, no la que ve dignidad, sino la que ve una humillación en el trabajo asalariado, aquella que resiste al trabajo.
Colectivo Democracia.
Equipo de trabajo formado en Madrid en 2006.
La práctica de DEMOCRACIA se inicia a partir de la discusión y el enfrentamiento de ideas y formas de acción. El mismo hecho de trabajar en grupo fija un interés de intervención en el ámbito de lo social. DEMOCRACIA funciona como un nodo de intereses agrupados de forma temporal para el desarrollo de un mismo objetivo, el cual se aborda desde diferentes perspectivas: las de cada uno de los participantes en el proyecto, siendo estos tanto los diferentes agentes y productores que conforman DEMOCRACIA (permanentes y ocasionales) como comunidades específicas con las cuales se establece una colaboración.
Democracia trabaja también en la edición (son directores de la revista Nolens Volens) y en el comisariado (No Futuro, Madrid Abierto 2008, Creador de Dueños, Arte Útil). Fueron fundadores y miembros del colectivo El Perro (1989-2006).