El hilo conector entre los dibujos y las pinturas son las numerosas figuras de animales, personajes desfigurados e inquietantes, vegetación a punto de comenzar a marchitarse e interminables llanuras, creando así un universo muy peculiar donde seres híbridos se mueven erráticos sin perder cierto punto de picardía.
A pesar de lo extraño que puedan resultar los espacios o la grotesca apariencia de los personajes que los habitan, todo está en calma, en un estado de tranquilidad muy amable, como el final de un verano que no termina.
Mercedes Bell nacida en Zaragoza se traslada a la ciudad de Cuenca para cursar la carrera de Bellas Artes. Este será el punto de partida en la búsqueda del que terminará siendo su estilo personal y sus técnicas más frecuentes.